En un mundo como el de hoy cada vez será más común ver a las mujeres alcanzar posiciones de liderazgo y también empiezan a fungir como mentoras.
Las diferencias biológicas y sociales hacen abordar las relaciones mentor-aprendiz desde perspectivas completamente diferentes.
1.- Las mujeres temen menos preguntar sobre los sentimientos.
Los hombres podrían estar centrados en el cómo se ejecuta un trabajo y sobre los pasos a seguir, no comparten el enfoque en cómo se siente el aprendiz al respecto.
2.- Las mujeres tienden a preocuparse en mayor medida por la química.
Los hombres serán mentores de un empleado subalterno sin pensar mucho en la relación o el vínculo. En cambio, las mujeres pasarán más tiempo tratando de establecer esa confianza con la base de la relación.
3.- Percepción del éxito.
Mientras que las mujeres han sido socializadas para “cuidar” y «preocuparse de otros» en el lugar de trabajo, los hombres han sido socializados para valorar los ascensos y otros símbolos del éxito.
4.- Mayor sensibilidad y preocupación.
Cuando las mujeres hablan de asesorar o dar mentoría a otra persona, tienden a considerar la tutoría como un proceso para la toma de decisiones para encontrar la opción más adecuada. Los hombres son en mayor medida a verlo como una transacción y no tanto como una relación.
Fuente: Expansión